Escritos que datan de 400 a.C. a 500 d.C. indican que la sandía se diseminó del noreste de África a los países mediterráneos. Paris especula que la expansión territorial de la fruta se debió no solo al comercio y el trueque, sino a su singular función como recipiente natural de agua fresca durante viajes largos. Los griegos antiguos le dieron el nombre de pepon y médicos como Hipócrates y Dioscórides celebraban sus numerosas propiedades curativas. La prescribían como diurético y trataban el golpe de calor en niños colocando la cáscara, fresca y húmeda, en la frente.